¿Bailando como lobos?. Evaluación de la sustitución ecológica de los depredadores apicales en el este de Norteamérica

RESUMEN

A medida que los grandes carnívoros han sido eliminados de amplias zonas del planeta, algunos carnívoros medianos, conocidos como mesopredadores, han ocupado los espacios vacíos. Este fenómeno ha sido documentado en distintas regiones del mundo, pero sigue siendo incierto hasta qué punto estos depredadores más pequeños pueden asumir el mismo papel ecológico que los grandes.

Un estudio reciente trató de responder a esta pregunta comparando la ecología alimentaria de lobos y coyotes en el este de Norteamérica. Esta es una región donde los lobos fueron eliminados hace más de un siglo y donde, en su ausencia, los coyotes han expandido su territorio de forma notable.

A través de análisis dietéticos y estudios de mortalidad de ungulados, se evaluaron las diferencias y similitudes entre ambas especies. En términos generales, los coyotes presentan una dieta más diversa que los lobos, pero esa diversidad no implica necesariamente que ocupen el mismo lugar ecológico.

Por ejemplo, los coyotes del sureste mostraron patrones alimentarios más parecidos a los del lobo rojo (extinto en estado salvaje, salvo en programas de reintroducción), mientras que los coyotes del noreste difieren más de los lobos que alguna vez dominaron esos bosques.

Una diferencia clave es el tipo de alimento consumido. Los frutos silvestres y otros productores primarios representaron entre el 25% y el 33% de la dieta del coyote, en comparación con apenas un 2% o 3% en la dieta del lobo. En cambio, especies como el castor o la nutria, presas típicas de tamaño medio, aparecen con mucha menor frecuencia en el estómago de un coyote que en el de un lobo (10–13% frente a 45%).

Además, los coyotes, por su tamaño y capacidades físicas, no suelen matar presas grandes. En los estudios revisados, no se documentó ningún caso de coyote matando a un alce, mientras que los lobos eran responsables de una porción significativa tanto de la mortalidad de crías como de adultos de esta especie.

Cuando se trata del ciervo de cola blanca (Odocoileus virginianus), los resultados muestran un patrón más matizado. En el noreste, los coyotes fueron responsables del 28% de la mortalidad de cervatillos, mientras que los lobos causaron un 15%. Sin embargo, al analizar los adultos, las cifras se equilibran: 18% a 22% de las muertes fueron atribuibles a coyotes y lobos, respectivamente. En el sureste, los coyotes causaron un 40% de la mortalidad de cervatillos, pero sólo un 6% de la de adultos.

Estos datos sugieren que, aunque los coyotes ejercen presión depredadora sobre los cervatillos, su impacto sobre los adultos y otros grandes herbívoros es limitado. El riesgo de depredación por parte de los coyotes también parece estar más concentrado en el tiempo, afectando a ciertas clases de edad y estaciones, sin los efectos indirectos más profundos que provocan los lobos al reducir activamente las poblaciones de grandes presas.

En conjunto, el estudio concluye que los coyotes tienen un efecto ecológico más amplio, en parte por su dieta variada, pero su capacidad para reemplazar funcionalmente a los lobos es limitada. Especialmente en el noreste de Norteamérica, donde grandes herbívoros como alces, castores o nutrias siguen presentes, el papel ecológico del lobo sigue sin sustituto real.

El autor y otros datos del artículo:

Jensen, A. (2025). “Dances like wolves? Evaluating ecological replacement of apex predators in eastern North America”. The Stacks. DOI: 10.60102/stacks-25011.

La revista The Stacks no tiene factor de impacto en Web of Science.

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