Más allá de la economía: un nuevo modelo para la tierra, los lobos y las personas

RESUMEN

Hoy en día, muchas de las formas de uso del suelo que llamamos “sostenibles” están pensadas principalmente para el bienestar humano. Viejas minas de carbón que se transforman en lagos, campos llenos de placas solares, turbinas eólicas girando al viento, bosques de ensayo, cultivos ecológicos… Todos estos proyectos se presentan como alternativas más verdes, más limpias. Y en parte lo son.

Pero una pregunta clave rara vez se plantea: ¿Estos nuevos usos del territorio benefician también al conjunto del ecosistema, o solo a nosotros?.

Este es el punto de partida de una reflexión profunda que parte de una perspectiva poco habitual: el ecomarxismo, una corriente que analiza las relaciones entre humanos, naturaleza y economía. En lugar de separar al ser humano de su entorno, este enfoque plantea que deberíamos vernos como agentes interconectados con otras especies, como los lobos, en un mismo paisaje compartido.

Durante siglos, la convivencia entre humanos y lobos fue tratada como un problema que debía resolverse. En Alemania, esto llevó a la práctica extinción del lobo. Pero hoy, con los lobos regresando a territorios que habían sido dominados por humanos, se abre un nuevo escenario. En este contexto, el lobo se ha convertido en un símbolo de biodiversidad dentro de un paisaje que ya no es salvaje, sino cultural, moldeado por siglos de actividad humana.

Este nuevo escenario no es neutro. No afecta por igual a todos. Algunos actores humanos, como ganaderos de ovino o cazadores, se ven especialmente impactados. Pero en lugar de rechazar de plano la presencia del lobo, algunos de ellos están empezando a replantear su papel en el ecosistema. Ven su relación con la tierra —y con los animales sobre los que ejercen cierta soberanía— en términos más amplios, donde el cuidado del territorio no es solo una cuestión económica, sino también ecológica y ética.

Del otro lado, los lobos también hacen su parte. Aunque muchas veces se los percibe como una amenaza, su presencia regula poblaciones de otras especies, restaura dinámicas tróficas y aporta equilibrio a ecosistemas degradados. Sin embargo, sus aportes son frecuentemente temidos más que valorados.

La clave está en deconstruir esa amenaza percibida, que es tanto material (por ejemplo, el riesgo para el ganado) como simbólica (el lobo como figura del desorden o del salvaje que vuelve). Si aprendemos a ver al lobo no como enemigo, sino como parte activa del paisaje, abrimos la puerta a una forma de habitar más inclusiva.

El autor y otros datos del artículo:

Oelke, J. (2025). “Developing an ecology of respect: Shared land use by humans and wolves through “ecological labour” in LusatiaEntwicklung einer Ökologie des Respekts: Gemeinsame Landnutzung von Menschen und Wölfen durch ökologische Arbeit in der Lausitz”. Raumforschung und Raumordnung | Spatial Research and Planning. DOI: 10.14512/rur.3059.

La revista Raumforschung und Raumordnung | Spatial Research and Planning no tiene factor de impacto en Web of Science.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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